29.4.09

BARRO: lo que quedó y se arrastra


Límites

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.

JUAN GELMAN

RICARDO SUPISICHE La Nube, 1953

Gris, opaca, tristísima, con ansias de desenlazarse en llovizna y la furia del espanto amenazando la calma de miles de voluntades rutinarias. Así la mañana de entonces, tan diferente a la luminosa de hoy.
La turbulencia caprichosa del río (uno de esos dos que nos abrazan), implacable en su cometido de vengar la desidia humana. Estupefacción, pesares, los infortunios multiplicándose. La comarca dividida por el desdén y la ignorancia (enfermedades letales). Un acontecimiento que [no podía yo imaginarlo] dejó huellas incandescentes en mi alma.
Cuando no se puede callar, algo hay que decir.

2003 - 2009: seis años de aquello


RICARDO SUPISICHE Siluetas de negro sobre fondo abstracto, 1967


negándose sin destruir
su levantada irrealidad/el peso
de lo vivido teje
el amor/habitado por
lo que no ha de ser/la instintiva
pasión asustada por el
día siguiente/los pedazos
del velo de ida y vuelta/la memoria
que se convive como perro y gato/
apenas aproximación/
suelo movido por el lloro
y la divagación/¿dónde estamos?/
¿en qué infierno pasado o por pasar?/
¿en qué espanto?/¿en qué amor?


de Incompletamente, 1997
JUAN GELMAN


CARLOS GUASTAVINOSonata para clarinete y piano  II. Andante – Paquito D’Rivera (clarinete)

28.4.09

... por quien al bien divino / despiertan los sentidos / quedando a lo demás amortecidos!

Johannes BRAHMS Variaciones sobre un tema de Haydn (1873) - “Finale”

Herbert Von Karajan, Filarmónica de Berlín

Recuperé un viejo y entrañable hábito: concurrir sola a algún concierto, para escuchar música en vivo. Esta vez se trató de uno de los homenajes que la Orquesta Sinfónica de Santa Fe hace a Joseph Haydn en ocasión del bicentenario de su fallecimiento.
Cuando ocurre -la intimidad en la música- se despierta la diosa flauta que yace somnolienta en mí, conectándome con todo. Nostalgia de la reunión originaria. Armonía, melodía, ritmo: pulsos semióticos. Memoria de la creatura errante.  

[y vos conmigo, deslizándonos hermosos entre las cosas...]


J HAYDN - Cello Concerto N° 1 en Do Mayor Hob. VIIb (1761 ó 1762) – M. Rostropovich (cello)

II. Adagio - Cadenza


III. Allegro Molto

Música, Inmortal Hálito, tuyas sean por siempre las más gloriosas alabanzas

J. HAYDN Sinfonía Nº 104 en Re Mayor "Londres" (1795) - II. Andante

Herbert Von Karajan, Filarmónica de Berlín  

26.4.09

EN LA RUTA DE JOB

¿Quién es ese que oscurece mi designio con palabras desprovistas de sentido? 

(Job, 38:2)


G. SEURAT The Echo (Study for Baignade), 1893

Hay ciertamente dos categorías de personas: las que viven según la metafísica y las que viven según la política. Estas últimas no tienen horror del mal. Viven en este mundo y se contentan con él. Los que viven según la metafísica saben que el mal se nos plantea como enigma. Los teólogos mismos viven según la política; ésa es la razón por la cual a las religiones les cuesta mucho trabajo explicar cómo el mal se ha introducido en el mundo. En realidad, no se dan cuenta de que este mundo es un escándalo y que sus leyes no son leyes, que el orden es desorden. En suma, no hacen sino aumentar el ruido y la furia; tienen preocupaciones, pero no la angustia reveladora.

Leyendo el libro de Nemo, he dicho que me he sentido como proyectado más allá del mundo y que he vivido en el miedo; no estaba ya en ninguna parte, he tratado de volver a mi yo que no es un verdadero yo puesto que el mundo es un velo. Aceptando hundirme cada vez más en la angustia, ¿no llegaría quizá al encuentro? Y habría podido tener “el diálogo de intención de mi alma con la otra alma” (pág. 228).

Job comprende que el mundo le será siempre incomprensible y que es una locura querer descubrir el misterio último del mundo “olvidando la perspectiva del libre juego en la que el mundo no sólo no será descubierto, sino desbaratado en el acontecer de una beatitud no limitada a ningún modo, conforme a la infinita grandeza de nuestro origen en el acuerdo por fin encontrado con ella” (pág. 227). Es un enigma también que Job acepta en tanto que enigma. No pide una explicación, pero en su diálogo con Dios está a la espera de ella, está en el diálogo.

La fenomenología de la angustia tan ardiente, tan terrible, tan espantosa del comienzo del libro ha hecho que me haya aferrado a esa evidencia y que el final del libro me haya convencido menos (…). No comprendo (…) el viraje de Job; pues ¿por qué nos hace pasar por allí, por ese infierno y por la muerte? Porque yo tengo miedo de la muerte; me he habituado, a la vez que lo rechazo, a este mundo insoportable. ¿Por qué debe uno pasar por allí? Yo me he quedado en “¿Qué quieren de mí?”. Sé que no hay que plantearse esta pregunta y sobre todo no planteársela a los teólogos, sé que el misterio es opaco y que debemos aceptarlo justamente porque en la espera misma el diálogo se desarrolla. ¿Por qué ha sido necesario que pasáramos por allí y que el horror nos sumergiera? Sé que no hay respuesta posible, pero Job parece consolarse de ello y por eso mismo y a pesar de todo se une a los teólogos. ¿Por qué estoy condicionado, por qué determinado a “no comprender”? ¿Por qué solamente el mal revela la inalterabilidad de nuestra alma?  Según Jakob Böhme el mundo será abandonado a su propia libertad. Él no se mezcla más en ello. Según otras tradiciones, el cosmos es una isla de la creación y no se tiene la seguridad de que sea al fin de los tiempos rescatada. Por eso el juego sería aún más trágico y más incierto para nosotros. En lo que a mí respecta, a pesar de la tentación imposible de la despreocupación y del me importa un bledo de la metafísica zen, no tengo paciencia. Mis posibilidades de hombre hacen que no pueda comprender nada y que ante la muerte no espere obtener la resignación o la calma, ni controlar mi horror. Desde que me he sumergido en la angustia, sólo tengo un deseo: volver lo más pronto posible a este mundo del mal, a la confortación de lo inconfortable, sustituir las preocupaciones, la política, a la angustia insostenible.

Es en este mundo, que está lejos de ser un refugio, donde busco un refugio. Este mundo me parece agobiador, demasiado real, pesado y espeso; me doblego bajo ese fardo.

O bien, de pronto, se me aparece irreal, “no verdadero”. Entonces me encuentro en el vacío, no sé dónde estoy, es el miedo pánico. Quiero reintegrarlo a este mundo, no ignorando que está acechado por la inevitable muerte.

Cuando me encuentro más allá del mundo, en la angustia, no puedo siquiera expresar la angustia. Sé que las palabras no la dicen. No son más que una aproximación (…) La angustia auténtica no tiene lenguaje, no sabe formularse los problemas, no los piensa, los sufre. Mi angustia no tiene explicación posible, no tiene ninguna lógica puesto que  está más allá de la palabra. Desde que hablo de ella, no estoy enteramente en la angustia sino en la literatura de la angustia.

Si entiendo bien, el Creador no da a Job, es decir a nosotros, la clave del misterio de su Creación. Sobre todo, no nos explica, o más bien no nos descubre el sentido de “el exceso del mal” (…) en la Creación. El Creador que nos ha dado un entendimiento más que limitado pide que por el momento, es decir, mientras el mundo dure, tengamos confianza y esperemos. Todo será sabido. Si no hubiera Dios, todo sería más simple, quizá. Cada vez me siento más tentado de creer en el Diablo y no en Dios. Pero si creo en el Diablo, creo entonces también en Dios. No puedo comprender la historia de los hombres sin la demonología (…)

Me es más fácil creer que Dios es, que creer que no es. Este universo y nosotros, que formamos parte de él, seríamos pues, para volver a lo que he dicho ya, una farsa enorme. Seamos pues los actores y entremos en el juego de Dios. Y hablemos de nuestros hechos, hagamos nuestro propio elogio, glorifiquémonos de nuestros monumentos y de nuestras obras maestras efímeras, riamos de él y de nuestras maestras efímeras, entremos en su juego, aceptemos toda la crueldad de este mundo, todo eso no tiene importancia puesto que es efímero. La despreocupación (…) o entonces nuestro sublime aguante (…) Riamos también de todas las imbecilidades criminales que cometemos, admiremos al mismo tiempo nuestras hazañas (…)

Riamos hasta la muerte. Riamos más allá del sufrimiento. La humanidad no tiene porvenir.

Los planetas que nos rodean están vacíos. La humanidad viviente está solitaria en el mundo (…) En realidad ¿no estamos aquí tal vez para nada, no somos tal vez una experiencia única? Tal vez se ha querido hacer con nosotros una experiencia cínica. Tal vez somos una apuesta. En ese caso, si no tenemos un destino mundano, histórico, tenemos un destino metafísico. Eso sería mucho más glorioso. En ese caso, aceptemos dignamente existir. No nos quejemos de nada. Aceptemos también que nuestra existencia sea breve. Presto mi persona a ese juego. No tenemos nada que perder. El hombre es a la vez absurdo, idiota y genial. Pero más que la política y el arte, las maravillas de la ciencia revelan la inteligencia del hombre.

¿Es del todo verdad? ¡Con qué brillo, no obstante, se manifiesta la superhumanidad del hombre en la arquitectura de las catedrales!

EUGÈNE IONESCO  “Job et l’exces du mal por Philippe Nemo”

  Le Quotidien de Paris, 8 de junio de 1978

JOE HENDERSON Candlelight (de Ron Carter)    

23.4.09

PÓRTICO

* Para los varones del Triunvirato *

La vulnerabilidad (propia o ajena) es una cárcel mordaz.
Cuídate de ella.

THE BEATLES - Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) 

“Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band”


Alabemos aquel que por tantas razones es digno de alabanza, y digamos de él: "Cuanto más fuerte fuiste, fuiste más dichoso; escapaste ya de los humanos acontecimientos, y de la envidia y enfermedad; saliste de la prisión tú que no eras merecedor de mala fortuna; y los dioses te juzgarán por cosa indigna que ella tuviese en ti algún dominio". A los que (cuando llega la muerte) rehuyen y ponen los ojos en la vida, se han de echar las manos. Yo no lloraré al que está alegre, ni lloraré al que llora; porque el primero con la alegría me quitó las lágrimas, y éste con las suyas se hizo indigno de las de otros (...) No es posible que los que siempre viven con máscara tengan vida gustosa ni segura; y al contrario, la sencillez cándida, y adornada de sí misma, sin echar velo a las costumbres, goza de infinitos deleites. Pero también esta vida tiene peligro de desprecio: porque cuando todas las cosas son patentes a todos, hay muchos que hacen desestimación de lo que tratan más de cerca, aunque la virtud no tiene peligro de envilecerse por acercarse a los ojos, y mucho mejor es ser despreciado por sencillo que vivir atormentado con perpetua simulación. Mas con todo esto conviene poner en ello límite, habiendo mucha diferencia del vivir con sencillez al vivir con negligencia. Conviene mucho retirarnos en nosotros mismos, porque la conversación que se tiene con los que no son nuestros semejantes descompone todo lo bien compuesto, y renueva los afectos y las llagas de todo aquello que en el ánimo está flaco y mal curado. Pero también, conviene mezclar y alternar la soledad y la comunicación, porque aquélla despertará en nosotros deseos de comunicar a los hombres, y estotra de comunicarnos a nosotros mismos, siendo la una el antídoto de la otra. La soledad curará el aborrecimiento que se tiene a la turba, y la turba curará el fastidio de la soledad: que el entendimiento no ha de estar perseverante siempre con igualdad en una misma intención, que tal vez ha de pasar a los entretenimientos. Sócrates no se avergonzaba de jugar con los niños, y Catón recreaba en convites el ánimo fatigado de cuidados públicos. Scipión danzaba a compás con aquel su militar y triunfador cuerpo; pero no haciendo mudanzas afeminadas de las que exceden a la blandura mujeril, como las que ahora se usan, sino como lo solían hacer aquellos antiguos varones que se entretenían entre el juego y los días festivos, danzando varonilmente, sin que pudiesen perder crédito aunque los viesen danzar sus enemigos. Darse tiene algún refrigerio a los ánimos, porque descansados se levanten mejores y más valientes al trabajo; y como los campos fértiles no se han de fatigar, porque el no dar alguna intermisión a su fecundidad los enflaquecerá con presteza, así el trabajo continuo quebranta los ímpetus del ánimo, que recreado tomará más fuerzas. De la continuación en los cuidados nace una como inhabilidad y descaecimiento de los ánimos; y el eficaz deseo de los hombres no se inclinará a tanto, si en el entretenimiento y juego no hallara un casi natural deleite, cuyo uso siendo frecuente quita a los ánimos todo el vigor y fuerza. Necesario es el sueño para reparar las fuerzas; pero si le continúas de día y de noche, vendrá a ser muerte: mucha diferencia hay en aflojar o soltar una cosa (...) Conviene ensanchar el ánimo dándole algún ocio que aliente y dé fuerzas; y el paseo que se hiciere sea en campo abierto para que en cielo libre y con mucho aliento se levante y aumente el ánimo; y tal vez dará vigor el andar a caballo, haciendo algún viaje y mudando de sitio. Los banquetes y la bebida algo más licenciosa, y aún llegando tal vez a la raya de la embriaguez (no de modo que nos anegue, sino que nos divierta) nos aligerarán los cuidados sacando el ánimo de su encerramiento; porque como el vino cura algunas enfermedades, así también cura la tristeza. A Baco, inventor del vino, le llamaron Liber, no por la libertad que da a la lengua, sino porque libra el ánimo de la servidumbre de los cuidados, fortaleciéndole y haciéndole más vigoroso y audaz para todos los intentos; pero como en la libertad es saludable la moderación, lo es también el vino (...) No puede decir cosa superior y que exceda a los demás, si no es el entendimiento altivo, que despreciando lo vulgar y usado se levanta más alto con un sagrado instinto, porque entonces con boca de hombre canta alguna cosa superior. Mientras una persona está en sí, no se le puede ofrecer pensamiento sublime, y puesto en altura, conviene que se aparte de lo acostumbrado y que se levante, y que tascando el freno arrebate al caballero que le guía, llevándole hasta donde él no se atrevería a correr. Con esto tienes, oh carísimo Sereno, las cosas que pueden defender la tranquilidad, las que la pueden restituir y las que pueden resistir a los vicios que se quieren introducir. Pero conviene sepas que ninguna de estas cosas es suficiente a los que han de guardar una tan débil, si no es que al ánimo que va a caer le cerque un continuo y asistente cuidado.

Libro tercero:  A Sereno, De la tranquilidad del ánimo Capítulo XV


El sabio es a quien ningunas injurias ofenden; y así no importa que le tiren muchas flechas, porque tiene impenetrable el pecho, al modo que hay muchas piedras cuya dureza no se vence con el hierro; y el diamante ni puede cortarse, herirse ni mellarse, antes rechaza todo lo que voluntariamente se le opone; y al modo que hay algunas cosas que no se consumen con el fuego, antes conservan su vigor y naturaleza en medio de las llamas; y al modo que los altos escollos quebrantan la furia del mar, sin que en ellos se vean indicios de la crueldad con que son azotados de las olas; de esta misma suerte, el ánimo del varón sabio, estando firme y sólido, y prevenido de sus fuerzas, estará seguro de las injurias (…)

Libro cuarto: A Sereno, De la constancia del sabio y que en él no puede caer injuria Capítulo III


Recógete a estas cosas, más tranquilas, más seguras y mayores. ¿Piensas que es igual ocupación cuidar que el trigo se eche en los graneros, sin que la fraude o negligencia de los que le portean le hayan maleado, atendiendo a que con la humedad no se dañe o escaliente, para que responda al peso y medida?, ¿o el llegarte a estas cosas sagradas y sublimes, habiendo de alcanzar con ellas la naturaleza de los dioses? ¿Y qué deleite, qué estado, qué fortuna, qué suceso espera tu alma, y en qué lugar nos ha de poner la naturaleza cuando estemos apartados de los cuerpos? ¿Qué cosa sea la que sustenta todas las cosas pesadas del mundo, levantando al fuego a lo alto, moviendo en su curso las estrellas, con otras mil llenas de maravillas? ¿Quieres tú, dejando lo terreno, mirar con el entendimiento éstas superiores? Ahora, pues, mientras la sangre está caliente, los vigorosos han de caminar a lo mejor. En este género de vida te espera mucha parte de las buenas ciencias, el amor y ejercicio de la virtud, el olvido de los deleites, el arte de vivir y morir y, finalmente, un soberano descanso. El estado de todos los ocupados es miserable; pero el de aquellos que aún no son suyas las ocupaciones en que trabajan, es miserabilísimo; duermen por sueño ajeno, andan con ajenos pasos, comen con ajena gana; hasta el amar y aborrecer, que son acciones tan libres, lo hacen mandados. Si éstos quisieren averiguar cuán breve es su vida, consideren qué parte ha sido suya. Cuando vieres, pues, a los que van pasando de una a otra judicatura, ganando opinión en los tribunales, no les envidies; todo eso se adquiere para pérdida de la vida; y para que sólo se cuente el año de su consulado, destruirán todos sus años. A muchos desamparó la edad mientras trepando a la cumbre de la ambición luchaban con los principios; a otros, después de haber arribado por mil indignidades a las dignidades supremas, les llega un miserable desengaño de que todo lo que han trabajado ha sido para el epitafio del sepulcro. A otros desamparó la cansada vejez, mientras como juventud se dispone entre graves y perversos intentos para nuevas esperanzas.

Libro quinto: A Paulino, De la brevedad de la vida Capítulo XX

Lucius Annæus SENECA (Córdoba, 4 a.C. – Roma, 65)

TRATADOS MORALES

THE BEATLES - Magical Mystery Tour (1967) “Flying” 

21.4.09

Fides et intellectus: CORTEJOS



Santoral: Anselmo de Canterbury (1033-1109)
Báculo, Libro, Pluma


En el origen imperaba la Voluntad de Convergencia. Había la proporción amorosa, la danza perfecta, alianza imperecedera entre el hombre y su dios.
Ahora, que mi vida se encamina con dulzura hacia la fuente de la paz, de la bondad y del gozo, lo voy comprendiendo.
Creer es la real tarea, la acción más acabada, el hacer existencial genuino.
Porque en el inicio era el Encuentro...

FRANÇOIS COUPERIN  “Aleph” - Première Leçon de Ténèbre (*)

 [William Christie – Les Arts Florissants]


Et o "tu, Domine, usquequo? Usquequo, Domine, oblivisceris nos, usquequo avertis faciem tuam a nobis"? Quando "respicies et exaudies" nos? Quando "illuminabis oculos" nostros et "ostendes" [Ps 6,4; Ps 12,1-4] nobis "faciem tuam" [Ps 79,4-8]? Quando restitues te nobis? Respice, Domine, exaudi, illumina nos, ostende nobis teipsum. Restitue te nobis, ut bene sit nobis, sine quo tam male est nobis. Miserare labores et conatus nostros ad te, qui nihil valemus sine te. Invita nos, "adiuva" nos [Ps 78,9]. Obsecro, Domine, ne desperem suspirando, sed respirem sperando. Obsecro, Domine, amaricatum est cor meum sua desolatione, indulca illud tua consolatione. Obsecro, Domine, esuriens incepi quaerere te, ne desinam ieiunus de te. Famelicus accessi, ne recedam impastus. Pauper veni ad divitem, miser ad misericordem, ne redeam vacuus et contemptus. Et si "antequam comedam, suspiro" [Iob 3,24], da vel post suspiria quod comedam. Domine, incurvatus non possum nisi deorsum aspicere; erige me, ut possim sursum intendere. "Iniquitates meae supergressae caput meum" obvolvunt me, "et sicut onus grave" [Ps 37,5] gravant me. Evolve me, exonera me, ne "urgeat puteus" earum "os suum super me" [Ps 68,16]. Liceat mihi suspicere lucem tuam, vel de longe, vel de profundo. Doce me quaerere te et ostende te quaerenti; quia nec quaerere te possum, nisi tu doceas, nec invenire, nisi te ostendas. Quaeram te desiderando, desiderem quaerendo. Inveniam amando, amem inveniendo.
ANSELMUS CANTUARIENSIS - PROSLOGIUM (1078)
Capitulum I: Excitatio mentis ad contemplandum Deum


Y "tú, Señor, ¿hasta cuándo nos olvidarás? ¿Hasta cuándo apartarás de nosotros tu rostro?" [Sal. 6, 4; Sal. 12, 1-4] ¿Cuándo "volverás hacia nosotros tus miradas" [Sal. 79, 4-8]? ¿Cuándo nos "escucharás"? ¿Cuándo "iluminarás nuestros ojos"? ¿Cuándo nos "mostrarás tu rostro"? ¿Cuándo accederás a nuestros deseos? Señor, vuelve tus ojos hacia nosotros, escúchanos, ilumínanos, muéstrate a nosotros. Sin ti no hay para nosotros más que desdichas; ríndete a nuestros deseos para que la dicha nos venga de nuevo. Ten piedad de nuestros trabajos y de los esfuerzos que hacemos para llegar hasta ti, sin cuyo socorro no podemos nada. Tú nos invitas, "ayúdanos" [Sal. 78, 9]. Señor, yo te suplico que la desesperación no reemplace a mis gemidos; que la esperanza me permita respirar. Suplícote, Señor; mi corazón está sumergido en la amargura de la desolación que lleva en sí; endulza su pena por tus consuelos. Señor, empujado por la necesidad, he comenzado a buscarte; no permitas, te lo suplico, que yo me retire sin quedar saciado. Me he acercado para apaciguar mi hambre; que no tenga que volverme sin haberla satisfecho. Pobre como soy, imploro tu riqueza; desgraciado, tu misericordia; que la negativa y el desprecio no sean el efecto de mi oración. Y si "suspiro por la llegada de ese precioso alimento" [Job 3, 24], que al menos no me falte después de la prueba. Encorvado como estoy, Señor, no puedo mirar más que la tierra; enderézame, y mis miradas se dirigirán hacia los cielos. "Mis iniquidades se han alzado por encima de mi cabeza", me rodean por todas partes "y me oprimen como una carga pesada" [Sal. 37, 5]. Desembarázame de estos obstáculos, descárgame de este peso; que no "me encierren en sus profundidades como en un pozo" [Sal. 68, 16]. Que me sea permitido volver los ojos hacia tu luz desde lejos o del fondo de mi abismo. Enséñame a buscarte, muéstrate al que te busca, porque no puedo buscarte si no me enseñas el camino. No puedo encontrarte si no te haces presente. Yo te buscaré deseándote, te desearé buscándote, te encontraré amándote, te amaré encontrándote.
ANSELMO DE CANTERBURY - PROSLOGIÓN (1078)


FRANÇOIS COUPERIN  Pièces De Clavecin Quatrième livre (1728) 

26e ordre, fa m – “La Sophie


(*) TEXTO:

Incipit lamentatio Hieremiae Prophetae. Aleph.

Quomodo sedet sola civitas plena populo facta est quasi vidua domina gentium: princeps provinciarum facta est sub tributo. (Lm. 1, 1)

Comienzo de las lamentaciones del profeta Jeremías. Aleph

¡Qué solitaria está la ciudad antes populosa! Se ha quedado como una viuda la grande entre las naciones, la princesa de las provincias se ha hecho tributaria. 

20.4.09

Cántaros rotos

En verdad somos algo, y queremos ser algo, y querríamos ser algo, cada cual por encima de los demás. Somos tan prisioneros, estamos tan encadenados que nadie quiere abandonarse (...)
Lucifer se levantó contra el cielo, quiso ser. Y eso lo lanzó hacia abajo, al abismo, a las profundidades de la nada que es peor que cualquier nada. Ese deseo de ser algo arrastró a Adán, nuestro padre, y a Eva, nuestra madre, los expulsó de las delicias del paraíso, arrojándonos a todos en la miseria y la labor. De eso proceden toda angustia y todo lamento, a eso se debe que estemos privados de Dios, de gracia, de amor, despojados y privados de cualquier virtud. De eso procede que no encontremos paz en el interior ni paz en el exterior. De eso que estemos frustrados de Dios y del prójimo. Sí, la única razón de todo eso es que queremos ser algo.
No ser nada sería, en todos los modos del ser, en cualquier estado, con cualquier prójimo, una paz total, una paz verdadera, esencial, perpetua. Sería lo más afortunado que hay, lo más seguro, lo más noble en este mundo, y sin embargo, nadie lo busca, ni rico, ni pobre, ni joven, ni viejo.
E. SUSO Sermón II sobre Juan 1, 19: "¿Quién eres tú?"




CASPAR D. FRIEDRICH Entrada en el Fürstenschule Meissen (1835)



El arpón. La hendidura.
La duda. El hueco.
¿Cómo y dónde hemos de hallarnos prístinamente?
los destellos de inmortalidad son irregistrables.


Pues si dos deben convertirse en uno, el uno debe ser pasivo y el otro activo: para que el ojo pueda percibir las imágenes que están en ese muro, o cualquier otro objeto, debe estar, en sí mismo, purificado de toda imagen. Aunque sólo tuviera una imagen de un color cualquiera, nunca podría percibir otra, al igual que el oído lleno de un ruido no puede percibir otro. Así pues, todo lo que debe recibir debe estar vacío, libre y sin nada (...)
Por eso debes callar: entonces el Verbo de este nacimiento podrá hablar en ti y tú podrás escucharle; pero, no lo dudes, si quieres hablar, él debe callar. No es posible servir mejor al Verbo que callando y escuchando. Así pues, si sales por completo de ti mismo, Dios entero entrará; entrará tanto como tú salgas, ni más ni menos, pues está por completo fuera y por completo dentro.
J. TAULER Sermón I para la fiesta de Navidad sobre Isaías 9,5: "Nos ha nacido un niño, nos ha sido dado un hijo"

ANALOGÍAS


ALBERT AYLER  “Angels”

[1966: Live in Greenwich Village – The Complete Impulse Recordings]

La piedad

1

Soy un hombre herido.

Y yo quisiera irme

y llegar finalmente,

piedad, a donde se escucha

al hombre que está sólo consigo.

             

No tengo más que soberbia y bondad.

 

Y me siento exilado en medio de los hombres.

             

Mas por ellos estoy en pena.

 

¿No sería digno de volver a mí?

             

He poblado de nombres el silencio.

 

¿He hecho pedazos corazón y mente

para caer en servidumbre de palabras?

Reino sobre fantasmas.

             

Hojas secas,

alma llevada aquí y allá...

 

No, odio el viento y su voz

de bestia inmemorable.

             

Dios, ¿aquéllos que te imploran

no te conocen más que de nombre?

             

Me has arrojado de la vida:

¿me arrojarás de la muerte?

 

Quizá el hombre también es indigno de esperanza.

             

¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?

 

El pecado, qué importa

si ya no conduce a la pureza.

             

La carne apenas recuerda

que tuvo fuerza una vez.

 

Loca y gastada está el alma.

             

Dios mira nuestra debilidad.

 

Queremos una certeza.

 

¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?

             

Compadécenos entonces, crueldad.

 

No puedo seguir amurallado

en el deseo sin amor .

             

Muéstranos una huella de justicia.

 

Tu ley, ¿cuál es?

 

Fulmina mis pobres emociones,

libérame de la inquietud.

Estoy cansado de gritar sin voz.




2

Carne melancólica

donde una vez pululó la alegría,

ojos entreabiertos del despertar cansado,

¿ves tú, alma demasiado madura,

lo que seré caído en la tierra?

             

Está en los vivos el camino de los difuntos,

 

nosotros somos una riada de sombras,

             

y ellas el grano que explota en el sueño,

 

de ellas es la lejanía que nos queda

y de ellas la sombra que da peso a los nombres.

             

La esperanza de una gran sombra

¿sólo es esto nuestra suerte?

             

¿Y no serías tú más que un sueño, Dios?

 

Temerarios, por lo menos un sueño

queremos que sea semejante a ti.

             

Es parto de la locura más clara.

 

No tiembla en nubes de ramas

como pájaros de la madrugada

al borde de los párpados.

             

En nosotros está y languidece, llaga misteriosa

 

3

La luz que nos aguija

es un hilo cada vez más sutil.

¿Sólo deslumbras matando?

Dame esta alegría suprema.

 

4

El hombre, monótono universo,

cree acrecentar sus bienes,

y de sus manos febriles

no salen, sin fin, más que límites.

             

Pegado al vacío,

a su hilo de araña,

 

no teme ni seduce

más que a su propio grito.              

 

Evita el desgaste haciendo tumbas,

y para pensarte, Eterno,

no tiene más que blasfemias.


Giuseppe UNGARETTI  El Dolor (1947)