En volandas,
como si no existiera el avispero,
aquí me tienes con los ojos desnudos,
ignorando las piedras que lastiman,
ignorando la misma suavidad de la muerte.
¿Te acuerdas? He vivido dos siglos, dos minutos,
sobre un pecho latiente,
he visto golondrinas de plomo triste anidadas en ojos
y una mejilla rota por una letra.
La soledad de lo inmenso mientras media la capacidad de una gota.
Hecho pura memoria,
hecho aliento de pájaro,
he volado sobre los amaneceres espinosos,
sobre lo que no puede tocarse con las manos.
Un gris, un polvo gris parado impediría siempre el beso sobre la tierra,
sobre la única desnudez que yo amo,
y de mi tos caída como una pieza
no se esperaría un latido, sino un adiós yacente.
Lo yacente no sabe.
Se pueden tener brazos abandonados.
Se pueden tener unos oídos pálidos
que no se apliquen a la corteza ya muda.
Se puede aplicar la boca a lo irremediable.
Se puede sollozar sobre el mundo ignorante.
Como una nube silenciosa yo me elevaré de mí mismo.
Escúchame. Soy la avispa imprevista.
Soy esa elevación a lo alto
que como un ojo herido
se va a clavar en el azul indefenso.
Soy esa previsión triste de no ignorar todas las venas,
de saber cuándo, cuándo la sangre pasa por el corazón
y cuándo la sonrisa se entreabre estriada.
Todos los aires azules...
No.
Todos los aguijones dulces que salen de las manos,
todo ese afán de cerrar párpados, de echar oscuridad o sueño,
de soplar un olvido sobre las frentes cargadas,
de convertirlo todo en un lienzo sin sonido,
me transforma en la pura brisa de la hora,
en ese rostro azul que no piensa,
en la sonrisa de la piedra,
en el agua que junta los brazos mudamente.
En ese instante último en que todo lo uniforme pronuncia la palabra:
ACABA.
VICENTE ALEIXANDRE
2 comentarios:
Entre musica de violines y las fotos de Frida, mas los textos le voy haciendo frente al dolor de espalda que me mata!
Me salvo la autopublicacion, pero entre el trabajo y esta lacra no he tenido tiempo para nada y nada es hasta para llamar a mi madre, mon Dieu!
Que temporadita, y para mas, hace un frio y una lluvia que no ayudan mucho, pero es lo que hay, alguna planta feliz de recibir agua me digo.
Milady:
No me estrellé contra un muro de cemento, solo que después de casi seis días de viaje "desertiano", en absoluta y placentera solitud, una tromba (léase; "aire y lluvia fortísima e imprevista") me dejó escayolado del tobillo derecho.
Y yo creo ahora, que viéndolo retrospectivamente... ¡lo volvería a hacer!
Un abrazo "escayolado".
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