(...)
Una pausa en la ciudad de la peste
mientras me rindo a la repetición de los símbolos
G. BERNINI Beata Ludovica Albertoni, 1671-74 (detalle)
El horror de Yule
Hay nieve en el campo
Y los valles están helados,
Y una profunda medianoche
Se cierne sombría sobre el mundo;
Pero una luz entrevista en las cumbres
Revela festines profanos y antiguos.
Hay muerte en las nubes,
Hay miedo en la noche,
Pues los muertos en sus mortajas
Celebran la puesta del sol,
Y entonan cantos salvajes en los bosques mientras danzan
En torno al altar de Yule, fungoso y blanco.
Un viento que no es de este mundo
Recorre el bosque de robles,
Cuyas mórbidas ramas se ahogan
En una maraña de delirante muérdago,
Porque éstos son los poderes de las tinieblas, que perviven
En las tumbas de la raza perdida de los Druidas.
HOWARD P. LOVECRAFT, 1926
El horror de Yule
Hay nieve en el campo
Y los valles están helados,
Y una profunda medianoche
Se cierne sombría sobre el mundo;
Pero una luz entrevista en las cumbres
Revela festines profanos y antiguos.
Hay muerte en las nubes,
Hay miedo en la noche,
Pues los muertos en sus mortajas
Celebran la puesta del sol,
Y entonan cantos salvajes en los bosques mientras danzan
En torno al altar de Yule, fungoso y blanco.
Un viento que no es de este mundo
Recorre el bosque de robles,
Cuyas mórbidas ramas se ahogan
En una maraña de delirante muérdago,
Porque éstos son los poderes de las tinieblas, que perviven
En las tumbas de la raza perdida de los Druidas.
HOWARD P. LOVECRAFT, 1926
G. BERNINI Éxtasis de Santa Teresa, 1647-1651
Estrangulándome con su tersura como crisálida viscosa
tragándome en su lodazal de almíbar
Peregrinando mis fisuras hasta colmarlas
inyección letal.
De súbito, un quebranto
certero
invasivo
aterrador
sensual
invasivo
aterrador
sensual
Estrangulándome con su tersura como crisálida viscosa
tragándome en su lodazal de almíbar
Peregrinando mis fisuras hasta colmarlas
inyección letal.
Precipitadamente, una tristeza
ignota
ceremoniosa
gótica
educada
ceremoniosa
gótica
educada
Que me contractura las mandíbulas,
me enceguece,
me retumba el esternón con sus insinuaciones (justo hoy, justo ahora)
y acentúa (todavía más)
y acentúa (todavía más)
esta proclividad a los iconos
esta indigencia de paz
esta sacramental opresión
esta indigencia de paz
esta sacramental opresión
(...)
En la pausa, hogueras
y rechinar de ánimo.
4 comentarios:
Bueno...vamos a tener que aceitarle el ánimo con chocolate caliente y churros nomás
(...)
:D
:)
:X
Que genio Bernini, con esas imagenes.. parecen de saten
Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichos..."
La Peste, de Alberto C.
no es un recorte del diario vespertino..
o no?
No sabés cómo revolotea en mi cabeza el texto que citás, en estos días.
Pero la peste más dañina no es la gripe, sin embargo, sino la apatía moral. Y de eso (triste constatación) la sociedad santafesina está fatalmente inoculada...
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