2.8.09

al principio... está el asombro...

Glenn Gould - J. S. BACH Partita Nº 2

...para vivir en la forma originaria es necesario haberla vislumbrado. Es preciso poseer un ojo espiritual capaz de percibir las formas de la existencia en una actitud de profundo respeto. (¡Qué palabra tan tremenda: percepción, Wah-nehmung, esto es, capacidad de captar lo verdadero! Pero, ¿qué ha hecho de ella la filosofía? Lo contrario de lo que expresa el término alemán). No se trata de una serie de actos puntuales aislados, con los que el hombre atraviese la banalidad y dispersión de su existencia cotidiana abriendo así como orificios para atisbar el Absoluto, pues con ello no recuperaría su dignidad perdida; se trata más bien de una forma vital, dispuesta y pronta para ennoblecer su misma vida cotidiana y que, por consiguiente, puede lograrlo. Pero para ello, el hombre necesita una vez más ojos capaces de percibir la forma espiritual. Ha habido épocas que, enamoradas de las formas originarias de la existencia, intentaron imitarlas y expresarlas por doquier, por ejemplo, mediante formas de organización civil que, en un determinado momento histórico, expresaron los valores más elevados, aunque luego se empequeñecieron y quedaron vacías de contenido. Pero aquello a lo que se referían es algo irrenunciable, so pena de precipitar al hombre en la indiferencia, hasta tal punto que da lo mismo definirla como materia que como espíritu.

Ha habido épocas dominadas por la representación, durante las cuales, y debido a la multitud de formas existentes, era natural experimentar el kalonkagathon (bello y bueno), hasta tal extremo que era muy fácil caer en la tentación de deslizarse de la forma originaria a las derivadas. Cuando estas formas secundarias se rompen y se hacen sospechosas de no ser más que ideologías, resulta a la vez más difícil y más fácil reencontrar los orígenes de la forma. Más difícil, porque la mirada no se halla acostumbrada a contemplar la forma, pues se está habituado a mirar las cosas de abajo a arriba y no del todo a la parte. Nuestros ojos, avezados como los insectos a descomponer la realidad en mil facetas diferentes, sólo se adaptan a lo fragmentario, a lo cuantitativo; poseemos una visión puramente analítica del mundo y del alma y somos incapaces ya de ver la realidad. Por eso la psicología (o lo que hoy se entiende por tal) ha reemplazado a la filosofía. Por eso ya no creemos al hombre capaz de asumir forma, ni metafísica ni ética.

Hans Urs von BALTHASAR, Gloria. Una estética teológica Vol 1. La percepción de la forma, 1985




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