Así como un caramelo efervescente al ser paladeado con ahínco preciso finalmente explota en la boca y derrama su sensación por todo el cuerpo, del mismo modo la divinidad si es invocada con fervor acaba retumbando en la interioridad del espíritu reedificándolo.
KATSUSHIKA HOKUSAI
La finitud parece confinarnos a distinguir nada más que porciones, detalles, astillas; pero no consigue acallar en nosotros una vocación por la universalidad, reverberación personal del destino Único. Cada parte es eco de todo, esa desintegración que nos aturde es un espléndido simulacro del ser.
El escenario de la interpretación humana, la actividad de la criatura fracturada, es una continua travesía hacia la satisfacción, la ascesis orientada al éxtasis, la evolución alquímica a rastras de la incorruptibilidad.
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