Yo me desnudo los pies, cancelo las vacilaciones y voy al encuentro por una senda de nácar, olivares, papel de seda, colibríes, menta con vainilla, saxo, pétalos amarillos.
Por misericordia, alguien se apropió de un aforismo, dejando citada al desliz mi desgraciada mortalidad.
Estupor, gratitud, escalofríos (ay, Midas...)
Estupor, gratitud, escalofríos (ay, Midas...)
El anochecer me alboroza con su hipnosis de contrapuntos. Y yo comparto este rescoldo de infinitud con todos ellos: Whitman, Paz, Yeats, Agustín, Quevedo, Juana Inés, Hipatia, Clara Wieck.
Aquí me quedo un buen rato.
La Odisea no tiene prisa.
HAMACAS AL RÍO El canto de las sirenas
TAKERIA
Frente a nosotros,
como una fila de velas encendidas,
-radiantes, cálidas y vivas-
están los días del futuro.
esas velas apagadas.
Las más cercanas todavía humeantes,
las más lejanas encorvadas, frías,
derretidas.
No quiero verlas. Me entristece
recordar su brillo.
Frente a mí miro las velas encendidas.
No quiero mirar hacia atrás y asustarme:
cuán rápido la negra fila avanza,
cuán rápido las velas apagadas crecen.
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