"Escuchad la Palabra, dejaos invadir por el conocimiento, amad la Vida, y nadie os perseguirá ni os oprimirá, salvo vosotros mismos"
(manuscrito Apócrifo de Santiago 9, 18-23)
Entre el garage de tu casa y los infinitos mundos posibles existen 3,1415926535897932384... paradojas irresolubles.
En la Utopía impactan un trago que calma la sed, la novela de tu historia, la tabla de categorías, los sufragios excepcionales y απó μηχανῆς θεóς.
No podrás echar mano de recetario filosofal alguno ni revolver las vísceras del cebú en pos de la fórmula alquímica redentora.
El alma es vida y la carne muerte: asiente a la resurrección gloriosa con toda tu atlética demencia.
Arrojé sobre la almohada la decepción por mi vida mediocre, me acosté con la esperanza de que Morfeo se tragara las cenizas del Spleen y se las obsequiara a los argonautas [vellocino de oro es mi avatar en este valle de lágrimas].
Me sobresaltó la repercusión ahogada de mis propios ronquidos.
Insólita sabiduría del cuerpo, que pone en guardia a la Mens Universali.
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