2.7.12
A LA MÍNIMA EXPRESIÓN
29.4.12
ENÉADA DEL SALADO
2003 - 2012
13.4.12
DOXOLOGÍA ERRÁTICA
Agios O Theos
Agios Iskyros
Agios Athanatos, eleison imas.
Sanctus Deus
Sanctus Fortis
Sanctus Inmortalis, miserere nobis.
Santo Dios.
Santo Fuerte.
Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros.
Responsorio del Liber usualis missae et officii
A veces su voz me exhorta desde la totalidad, con ese lenguaje vibratorio de las piedras de una caverna antiquísima.
De pronto, su silencio es opresivo. Y así mi fe evoluciona espasmódica, sibilante casi.
No se trata de torpeza, es el corolario del hundimiento que provoca su Distancia tan cercana.
Confirmación de esterilidad, me deja pobre sin frutos que ofrecer. Será que el vacío me retumba en la matriz, justo donde la cerrazón hace eco…
A contrapelo del temor, me dejo obsesionar por cualquier forma de aniquilamiento. Lo hago por desprecio a los gurúes de la autoayuda. Desde los cuatro puntos cardinales, ataques de repetición desvergonzada. ¡Qué poco somos, cuánto nos consideramos!
Se ríen los muchos, porque mi conducta les resulta exótica. Intento de explicación: como su expansionismo me cohíbe, voy huyendo por los pasillos de la trivialidad. Sin dejar de creer –al mismo tiempo- en formas superiores de progreso. Todo muy esquizoide.
Ya lograré descifrar estas ataduras. Al principio, y al final, sempiternamente, la implosión de la energía oscura en mí.
4.1.12
Ballestrinque
Mi especie no es del agua ni del fuego, ni del aire o la tierra, solamente,
sino cuando me fijan a los muestrarios que yo sé con herrumbrados alfileres.
Pero desde mi lado y a deshoras
y en esos días en que se levanta la tapa del momento y se distingue el fondo,
si me arrancan mi capa de espesor y me dejan a oscuras sin el amparo de mi nombre,
verán que pertenezco a esa extraña familia de las metamorfosis transparentes,
a ese orden inconcluso que se fija a un color como a la sal del mundo
o que toma la forma de aquello que contiene,
así sea una llave, así sea una ausencia.
Basta que una palabra me atraviese de pronto lado a lado,
sobre todo si es siempre, sobre todo si es nunca, o acaso, o demasiado,
para que quede impresa como una quemadura hasta el subsuelo de mi anatomía.
Porque así es mi sustancia: un animal oculto en la espesura,
incorporando huellas, humaredas y soles a la hierba que pasa entre sus dientes.
Yo devoro el paisaje, cada trozo de eternidad instantánea, con mi propio alimento.
He copiado visiones que me son más cercanas que mis ojos,
imágenes ardientes como incrustaciones de vidrio en una llaga.
Y no es por atesorar oscuros esplendores de mendiga tras avaros recuentos.
Es por las comuniones del contagio,
por vocación de apego y de caricia aun frente a un adiós, a un adiós imposible,
que me dejo invadir por cosas tan remotas como un país en el que nunca estuve,
que según se me mire soy un tatuaje al rojo,
un farol oscilando en un andén donde se queda envuelto por la niebla mi destino,
una puerta entreabierta por la que se cuela una ráfaga fría que me convierte en soplo,
casi en nadie.
Pero jamás consigo estar completa; no logro aparecer de cuerpo entero.
¿Y en qué consistirá esta naturaleza inacabada
que vira sin cesar hacia otros brillos, otras fronteras y otras permanencias?
¿Cuál podrá ser mi reino en esta mezcla, bajo esta propensión inagotable
que abarca mucho más que las malezas, los plumajes cambiantes y las piedras?
Tal vez el reino de la unidad perdida entre unas sombras,
el reino que me absorbe desde la nostalgia primera y el último suspiro.
En lo otro, uno