"Igual que la aparición del Crucificado dividió la historia en dos, esta noche acaba de dividir en dos mi vida..."
CIORAN Ese maldito yo
CIORAN Ese maldito yo
JORGE DREXLER - "Hermana duda"
Después de 48 horas de paro, con los contribuyentes amontonándose irritados en el pasillo por la demora en la atención debido al sistema informático colapsado, aturdida por la sinusitis y los dagas interrogativas, accedí aliviada cuando ese subdirector solicitó mi ayuda para un trabajo. Había un asunto taladrándome la cabeza, necesitaba sacármelo de encima pero no sabía cómo y dudaba de escribir sobre ello.
Más tarde, cuando habían pasado una asamblea, una siesta reparadora y la resaca del día, la agitación continuaba. Y todo empezó con un texto de Jokerman:
Pero, ¿qué pasa si es que es verdad que hay alguien para cada uno en esta vida?… ¿Qué pasa si ese alguien me parece que se fue?… ¿y cuando estamos frente a otro no puede recrearse eso que se sintió estando frente al “alguien” hecho para uno? ¿La posibilidad de no volver a crear esas sensaciones debe llevarnos a renunciar a otras posibilidades? ¿Y si esas cosas que se sintieron en ese momento incluso no son perennes y son situacionales, sólo para ese momento y con el tiempo se diluyen? ¿Qué pasa?
Lo que pasa es que le damos demasiado crédito al acontecimiento. Digo, me parece, que vamos como perritos falderos tras el Punto de Inflexión, la Matriz del Sentido, el Foco Originario. Invertimos energía y sensatez preparándonos, reservándonos para Eso que cambiará definitivamente nuestra existencia liberándonos de la mediocridad miserable. Lo hacemos sin tener la mínima certeza de que algo como tal sea viable, deslumbrados por la quimera. Y el desgaste no acaba ahí. Porque si alguna vez se produce el milagro, el evento transformador, después queremos repetirlo, recrearlo, perpetuarlo en los sucesivos intentos.
Frente a la magnificencia del acontecimiento, las cosas y las personas quedan "en función", y hasta resultan descartables. También nosotros. Y eso es grave, es fatal y es cruel.
Lo último es Aquello que no sólo necesita la más larga serie de pre-cursores, sino que incluso es esta serie; no el terminar, sino el más profundo inicio, que extendiéndose con total amplitud se recoge en sí muy difícilmente.
Lo último se retrae, por tanto, de todo cálculo y debe, así, ser capaz de soportar el peso de la más estruendosa y frecuente malinterpretación. ¿Cómo podría ser de otra manera Aquello que se adelanta?
Lo último se retrae, por tanto, de todo cálculo y debe, así, ser capaz de soportar el peso de la más estruendosa y frecuente malinterpretación. ¿Cómo podría ser de otra manera Aquello que se adelanta?
El acontecimiento-apropiador tiene su acontecer más íntimo y su más amplia expansión en la vuelta. La vuelta, que se esencia en el acontecimiento-apropiador, es el fundamento oculto de todas las otras vueltas, círculos y cercos, que se toman voluntariamente como “último”, subordinados, oscuros en su procedencia, permaneciendo incuestionados (por ejemplo, la vuelta en la estructura de las preguntas conductoras; el círculo del comprender).
¿Qué es esta vuelta originaria que tiene lugar en el acontecimiento-apropiador?
¿Qué es esta vuelta originaria que tiene lugar en el acontecimiento-apropiador?
La vuelta se esencia entre el llamado (al perteneciente) y el prestar oído (del que ha sido llamado). Vuelta es re-torno. La vocación al salto en el acontecimiento-apropiador es la gran calma del más oculto conocerse. De aquí toma su origen todo lenguaje del ser-ahí y es, por tanto, esencialmente el guardar silencio.
En la esencia del hacer señas yace el secreto de la unidad entre la más íntima cercanía y el alejamiento más extremo, la máxima extensión del espacio-juego-tiempo del ser. Este extremo del esenciar del ser exige la más íntima indigencia, el abandono del ser.
Este estado de indigencia pertenece necesariamente al llamado imperioso del hacer señas. Solamente lo que suena en tal prestar oídos y dispone para la amplitud es capaz de preparar para la disputa de tierra y mundo, para la verdad del Ahí, y a través de éste el sitio del instante de la decisión y, así, de la disputa y con ello del albergar en el ente.
Si este llamado del más extremo hacer señales, el secretisimo acontecimiento-apropiador, sucede aún una vez abiertamente, o si la necesidad enmudece y falta todo dominio, y si, cuando el llamado tiene lugar, es entonces percibido, si el salto en el ser-ahí y con ello, a partir de su verdad, la vuelta se hace aún historia, en esto se decide el futuro del hombre. Él puede espoliar y devastar los planetas con sus maquinaciones aún por siglos, lo gigantesco de este impulso puede "desarrollarse" hacia lo inimaginable y asumir la forma de una aparente rigurosidad, de disciplinar el desierto como tal; la grandeza del ser, mientras tanto, permanece ocluida, puesto que no tiene ya lugar decisión alguna acerca de la verdad y no verdad y sobre su esencia. Tan sólo se calcula el saldo del éxito y el fracaso de las maquinaciones. Este calcular se extiende hacia una presunta "eternidad", que no es ninguna eternidad sino sólo el etcétera infinito de la fugacidad completamente devastada.
Si no es querida la verdad del ser, si no es movido el preguntar a la voluntad de saber y experimentar, se sustrae todo espacio-tiempo al instante, al relampaguear del ser que proviene de la permanencia del acontecimiento- apropiador, simple y jamás calculable.
Pero el instante pertenece aún sólo a las soledades más solitarias, a las que queda rehusado el asentimiento fundante que instaura una historia.
Estos instantes, empero, y solamente ellos, pueden llegar a ser las solicitudes, en las cuales la vuelta del acontecimiento-apropiador se despliega y dispone hacia la verdad.
Pero, sólo la pura firmeza en lo invisiblemente simple y esencial estará madura para la preparación de tal solicitud, nunca la fugacidad de las maquinaciones, que apresuradamente se sobrepasan a sí mismas.
Este estado de indigencia pertenece necesariamente al llamado imperioso del hacer señas. Solamente lo que suena en tal prestar oídos y dispone para la amplitud es capaz de preparar para la disputa de tierra y mundo, para la verdad del Ahí, y a través de éste el sitio del instante de la decisión y, así, de la disputa y con ello del albergar en el ente.
Si este llamado del más extremo hacer señales, el secretisimo acontecimiento-apropiador, sucede aún una vez abiertamente, o si la necesidad enmudece y falta todo dominio, y si, cuando el llamado tiene lugar, es entonces percibido, si el salto en el ser-ahí y con ello, a partir de su verdad, la vuelta se hace aún historia, en esto se decide el futuro del hombre. Él puede espoliar y devastar los planetas con sus maquinaciones aún por siglos, lo gigantesco de este impulso puede "desarrollarse" hacia lo inimaginable y asumir la forma de una aparente rigurosidad, de disciplinar el desierto como tal; la grandeza del ser, mientras tanto, permanece ocluida, puesto que no tiene ya lugar decisión alguna acerca de la verdad y no verdad y sobre su esencia. Tan sólo se calcula el saldo del éxito y el fracaso de las maquinaciones. Este calcular se extiende hacia una presunta "eternidad", que no es ninguna eternidad sino sólo el etcétera infinito de la fugacidad completamente devastada.
Si no es querida la verdad del ser, si no es movido el preguntar a la voluntad de saber y experimentar, se sustrae todo espacio-tiempo al instante, al relampaguear del ser que proviene de la permanencia del acontecimiento- apropiador, simple y jamás calculable.
Pero el instante pertenece aún sólo a las soledades más solitarias, a las que queda rehusado el asentimiento fundante que instaura una historia.
Estos instantes, empero, y solamente ellos, pueden llegar a ser las solicitudes, en las cuales la vuelta del acontecimiento-apropiador se despliega y dispone hacia la verdad.
Pero, sólo la pura firmeza en lo invisiblemente simple y esencial estará madura para la preparación de tal solicitud, nunca la fugacidad de las maquinaciones, que apresuradamente se sobrepasan a sí mismas.
MARTIN HEIDEGGER
El último dios (Contribuciones a la filosofía. Sobre el acontecimiento- apropiador) 1936-1938
Cuando el vacío o el abismo de las dudas nos circunda, se dispara en lo más íntimo de nosotros esa necesidad de desentrañar signos, la urgencia de vislumbrar. Dificultosa al principio, por la carga del dolor y la traba de los "fracasos" anteriores; pero al final la artificiosidad del dispositivo ilusorio cumple su cometido, devorándonos en él.
¿Valdrá la pena? ¿Y si lo que la repetición devuelve es el fantasma de la satisfacción? ¿No será más digno desertar del esfuerzo?
"Si casi siempre somos desconcertados por los acontecimientos, es porque basta esperar para darse cuenta de que hemos pecado de ingenuidad"
CIORAN Ese maldito yo
Supongo que donde nos descuidamos es justamente en el proceso, en el mientras tanto de las cosas, en lo que ocurre. Y que el fin y el principio son meros postulados que sobrevaluamos.
* * * * * * *
Todo el post es una cadena de huevadas que no sirven para nada. Es el tono que caracteriza a mis cavilaciones, y este blog es tan poco concurrido que no creo que le hará daño a nadie el que queden publicadas. Pero hablando con Pablo le comenté que tenía un post "en la cocina" y él insistió en que lo subiera. Y algo tiene que ver con lo que charlamos esta noche y la ocasión es propicia para el tema de Palo Pandolfo que me mandó (y que cierra este registro) y hace una semana que vengo castigada por la vulgaridad de los lugares comunes y las frases hechas y de algún modo hay que zafar del azote del tiempo, las iteraciones indefinidas y las conjunciones copulativas.
"La meditación es un estado de despertar alimentado por un trastorno oscuro, que es a la vez estrago y bendición"
CIORAN Ese maldito yo
LOS VISITANTES - "Basta de llanto"
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