30.9.08

MULTI [Mc. 5, 9]

Los iluminados son legión, pero desperdigados por épocas y lugares. Disimilitud sólo aparente, porque mantienen entre ellos una telepatía cuyo significado es recóndito hasta para sí mismos.
Por naturaleza, son fundadores de congregaciones, hermandades, gremios, asociaciones, sectas, cofradías, juntas, compañías, aquelarres. Pero para domar sus temperamentos coléricos (fruto de una extremista urgencia de purificación) suelen practicar el anacoretismo. A decir verdad, para ellos la vida ermitaña constituye casi un acto masoquista: el sacrificio sólo es explicable (y soportable) porque obedece a Mandatos Supremos.
Un alumbrado es un elegido, un poseso, un esclavo de indeterminadas legalidades. Traductores de signos y decodificadores, tienen también facilidad innata para cualquier sistema mnemotécnico. Y prefieren las sentencias gnómicas a los tratados. Los iluminados recopilan citas con la misma paciencia y dedicación que un numismático. Son acólitos de una Sabiduría que procede (se manifiesta) por flashes.
He visto a algunos de ellos en espacios desiertos, al anochecer, grabando en sus antebrazos -con cortaplumas o estiletes- referencias bíblicas cifradas. Costumbres paganas, liturgia clandestina.

Para un iluminado ser nombrado es ser ungido. En su escala de valoración, la etimología está muy por encima de la teología. También es manifiesta su simpatía por los patronímicos y la fonética.
En general, los iluminados son notables trovadores de lo sagrado y destacados redactores de cartas. Aparentemente, el género epistolar les permite mejor que ningún otro descargar su corazón de la acechanza continua de pensamientos de amargura y esplendor. Y a través de oraciones, poemas y exclamaciones canalizan sus arrebatos tenebrosos.
Los iluminados pretenden ser indiferentes a aromas, sabores y armonías: el refinamiento de ciertos sentidos entorpecería su labor de mensajeros siderales. Cuando no logran la impasibilidad, el mínimo guiño sensible puede transfigurar el alma en un infierno.
Cada iluminado es una máquina emisora de metáforas. Un bastión cercado por la acedia. Un celador desmesurado. Un sabueso y mastín de la verdad.
Abyssus abyssum vocat in voce (Salmo 41, 8)
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{Inspiracional: Jerónimo de Estridón, patrono de la ciudad de Santa Fe}

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