30.9.08

INSTANTÁNEAS DE FERIADO

La madrugada extendida con una película de ciencia ficción (tolerable sólo porque Vincent D'Onofrio era parte del elenco), un posteo en memoria de San Jerónimo y algunas ideas sobre eros prudentemente interrumpidas.
La alarma cancelada. La fiaca en una cama que no es mía.
El piar de pájaros invisibles, desde la ventana.
El agua de la canilla renovándome el rostro. El ritual femenino frente al espejo.
Los mates del mediodía. El olor a asado que llega por el patio lindero.
El teléfono que demoro en atender.
La Muriel tumbada al sol.
Los niños con sus bicicletas arriesgadas, haciendo safaris por las bocacalles.
Mis padres alistándose para ir al casino (y ella se molesta porque le deseo suerte: no soy memoriosa con las cábalas).
El vecino cumpliendo con el precepto de la siesta en una silla tambaleante en la vereda de su casa.
Los verdes rozagantemente verdes, tras la lluvia. Las nubes reflejando su esponjosidad en el agua límpida de la piscina.
El concierto para cello nº 2 en Re mayor de Boccherini.
Sobre el mantel con un mapa medieval dibujado de Carcassonne (reminiscencias cátaras, souvenir de viaje), un almuerzo sencillo: ensalada de hojas de rúcula con ajo, aceite de oliva y pimienta negra; dos sándwiches de queso por salut en pan lactal; una jarra con stout espumosísima; uno de esos postrecitos con toque de crema fresca.
Pensar en el regalo para mi hermana, que cumple años el próximo sábado, como Marianvs.
Aires de relajación. Cordura zen. Conexiones en el Ápeiron.
Querido y siempre bienvenido ocio.
Epifanía de la variedad que es absorbida por mis ojos, oídos, nariz, boca, dedos y transmitida luego por sinapsis a mi mente, templo de los desvelos.
Un recreo de chaman chai (#) y barra de chocolate con almendras enteras a media tarde, mientras transcurre en la tv un capítulo de SCI.
Batir de elementos cotidianos. Acondicionamientos para la jornada siguiente.
El repaso de lo que me hubiera gustado hacer.
La vida, tan alejada de los colapsos financieros, de las estadísticas y de las vergüenzas humanas.
El baño nocturno, caricia del jabón resbalándose en mi piel. Unos cuantos suspiros quejosos por la proximidad de la rutina.
La seducción del descanso, la seguridad de la almohada, el ajuste del reloj.
Pequeñas fascinaciones, compulsión descriptiva, necesidad de contar.

Septiembre se termina, festivamente.

La culpa clava su mordaz acero en el núcleo de mi alma. Me crujen las entrañas.

Alguna vez yo fui alegre, temeraria y suave... ¿Cómo es que no pude sostenerlo?




(#) La alquimia de un Té negro de India con canela, cardamomo y jengibre despierta los sentidos. Una taza de Chaman Chai es como ese espejo que nos revela nuestra propia naturaleza: así se detalla el producto en la caja de 15 saquitos.

4 comentarios:

LORD MARIANVS dijo...

Pequeñas salpicaduras de una rutina distinta de la rutina. La acotación al te me hace recordar a el cuento "El espejo de tinta" de JLB en su "Historia universal de la infamia". Y en la acotación la acotación al cardamomo ¿vos podes conseguir que no puedo conseguir un puto paquetito de esos sahumerios en todo Rosario?

GISOFANIA dijo...

Claro que puedo, Marianvs, y lo haré con gusto. Te aviso apenas lo consiga y arreglamos cómo te lo hago llegar.

Diego dijo...

Cosa rara, todo el relato me pareció alegre, temerario y suave (aunque no necesariamente en ese orden).

GISOFANIA dijo...

oh! Merci, monsieur...