das unser ist und uns doch nicht gehört,
das, wie das Wasser in den alten Bornen,
uns zitternd spiegelt und das Bild zerstört;
von allem diesen, das sich wie mit Dornen
noch einmal an uns anhängt – fortzugehn
und Das und Den,
die man schon nicht mehr sah
(so täglich waren sie und so gewöhnlich),
auf einmal anzuschauen: sanft, versöhnlich
und wie an einem Anfang und von nah;
und ahnend einzusehn, wie unpersönlich,
wie über alle hin das Leid geschah,
von dem die Kindheit voll war bis zum Rand –:
Und dann doch fortzugehen, Hand aus Hand,
als ob man ein Geheiltes neu zerrisse,
und fortzugehn: wohin? Ins Ungewisse,
weit in ein unverwandtes warmes Land,
das hinter allem Handeln wie Kulisse
gleichgültig sein wird: Garten oder Wand;
und fortzugehn: warum? Aus Drang, aus Artung,
aus Ungeduld, aus dunkler Erwartung,
aus Unverständlichkeit und Unverstand:
vielleicht Gehaltnes fallen lassen, um
allein zu sterben, wissend nicht warum –
que es nuestro pero no nos pertenece,
que, como el agua de las viejas fuentes,
nos refleja temblando y descompone la imagen;
de todo esto, que como espinas
se agarra una vez más a nosotros… alejarse
y a esto y a éste,
que ya no veíamos
(tan cotidianos y acostumbrados eran),
contemplarlos de pronto: suaves, conciliadores
y como en un principio y de cerca;
y presintiendo comprender qué impersonalmente,
qué por igual cayó el sufrimiento sobre todos,
del que la infancia estaba llena esta el borde;
Y sin embargo irse entonces, arrancando la mano de la mano,
Como desgarrando de nuevo algo ya sanado,
y marcharse: ¿A dónde? A lo incierto,
lejos, a un país cálido e inmóvil,
que tras toda acción, como un decorado,
seguirá indiferente: jardín o muro;
y marcharse: ¿por qué? Por impulso, por temperamento,
por impaciencia, por esperanza oscura,
por incomprensibilidad y por incomprensión.
dejar caer algo que quizá se tenía,
para morir solo, sin saber por qué…
cuando el banquete de los corazones fervientes y unos dedos pequeñitos asiéndose de nuestras manos.
Mientras va menguando el resentimiento y el alma arrúllase en conciliación,
en el momento en que la culpa (encorvada, carroñera) se enmascara de misericordia.
leve, despojada
con el equipaje de las infinitas posibilidades y la indeterminada renuncia
grácil, hasta bienaventuradamente.
para ganarse a sí misma sin propósito ni fe
a recuperar la inocencia, el edén, la utopía, el núcleo de lo inexistente
en el honor de corresponder a todo [a nada, al más allá o acá]
como si apenas
tímida, cadenciosa, torpe
un simulacro de dilación.
y no volver.