7.4.10

SIMAS

Yo soy un sonido diferente de la pasión. Si tú me llevaras contigo, llevarías -les plus déserts lieux. Aquello que nunca duerme, que puede conciliar el sueño únicamente en tus brazos. Hasta el alma misma (hasta lo más profundo) llegaría el beso. (No es un incendio: es un abismo)

[...] no te enojes conmigo, o enójate si quieres, pero esta noche dormiré a tu lado. Cierra el estallido de oscuridad estrellada: la ventana. (Cuando pienso en ti y en mí, pienso en la ventana y no en la cama). Mis ojos están ampliamente abiertos, ya que en el mundo externo hay más oscuridad que en mi interior. El lecho es un barco y nosotros partimos de viaje.
[...]

Puedes no responderme -bésame una vez más

Carta de MARINA TSVIETÁIEVA a RAINER M. RILKE, 2 de agosto de 1926


CASPAR D FRIEDRICH
Boat on the Shore. Moonrise, 1837-39
sepia and pencil

Tus cuerdas son ricas y, por lejos que yo pueda ir, siempre estás delante de mí [...] Estaba muy alto, pero aún en medio de las nubes. Tú esperabas por encima de ellas, en una eterna luz [...]

Vayamos juntos cada vez más altos, como hacia una gran estrella, siempre apoyados el uno en el otro, descansando el uno en el otro. Y si mi brazo nunca ha de caer por un instante de tus hombros, no tengo miedo: sobre la próxima montaña recibirás sonriendo al viajero fatigado. No eres para mí un solo fin, sino miles. Eres todo y sé que estás en todo. Y yo soy todo y te llevo todo mientras voy hacia ti.

No necesito decirte: ¡perdona! Pues cada uno de mis silencios te pide perdón. No necesito decirte: ¡olvida! Pues también queremos acordarnos de las horas en que quise huirte por vergüenza, aunque en mi ciega fuga aún me arrojase en ti. Y no quiero más decir: ¡confía! Pues sé que por ese lenguaje nos hemos reconocido en estas mañanas nuevas y sagradas en que nos hemos saludado después de un prolongado alejamiento y que por él hemos sido una comunidad en la separación que fue nuestra última desunión y mi postrer riesgo

[...] cada generación se extiende, como una cadena, de Dios en Dios. Y cada Dios es todo el pasado de un mundo, su postrer sentido, su sola expresión, a la vez que la posibilidad de una vida nueva [...]

Siento, pues, que somos los antecesores de un Dios y que, con nuestras más profundas soledades, nos proyectamos a través de los milenios, hasta su comienzo. Esto es lo que siento.

RAINER MARIA RILKE Diario Florentino, 1898



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