20.8.08

SOLDADOS DE DIOS -santoral-




Alborózate, Jerusalem, que ha llegado el tiempo de la visita de tu Dios. Llenaos también de júbilo, desiertos de Jerusalem, y prorrumpid en alabanzas, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha redimido su ciudad santa y ha levantado poderosamente su brazo ante los ojos de todas las naciones. Virgen de Israel, habías caído sin que hubiera quien te diese la mano para levantarte. Yérguete ya, sacúdete el polvo, ¡Virgen, cautiva hija de Sión! Levántate, repito, súbete a las almenas de tus torres y vislumbra desde allí los ríos caudalosos de gozo y alegría que el Señor hace correr hacia ti. Ya en adelante no te llamarán "la abandonada", ni tu tierra no se verá por más tiempo desolada, porque el Señor se ha complacido en ti y tornarás haber repoblado tus campos. Vuelve tus ojos en torno y mira: todos estos se congregaron para venir a ti. He aquí el socorro que te ha sido enviado de lo alto. Por ellos te será cumplida la antigua promesa: te pondré para la gloria de los siglos y gozo de generación en generación; mamarás la leche de las naciones y te criarán pechos de reyes. Y también: como la madre acaricia a sus hijitos, así yo os consolaré y en Jerusalem serás consolado.

Estos Soldados de Cristo, por modo maravilloso y singular, múestranse tan mansos como corderos y tan fieros como leones, no sabiéndose si se les ha de llamar monjes o guerreros o darles otro nombre más propio que abarque entrambos, pues aciertan a hermanar la mansedumbre de los unos con el valor y la fortaleza de los otros. Acerca de todo lo cual, ¿Qué decir, sino que todo esto es obra de Dios, y obra admirable a nuestros ojos? He aquí los hombres fuertes que el Señor ha ido eligiendo desde un confín a otro del mundo, entre los más bravos de Israel para hacerlos soldados de su escolta, a fin de guardar el lecho del verdadero Salomón, o sea el Santo Sepulcro, en cuyo derredor los ha puesto para estar alertas como fieles centinelas armados de espada y habilísimos en el arte de la guerra.

De la Loa a la Nueva Milicia, a los Soldados del Temple
(selección)
Bernardo de Claraval, 1130

2 comentarios:

Diego dijo...

Los caballeros templarios siempre me inspiraron mucho respeto y admiración. Pero aún así siempre voy a pensar que "guerra santa" es una contradicción de términos...

GISOFANIA dijo...

La historia es un patchwork de contradicciones: cuanto más estridentes los contrastes más fascinante nos resulta.

Y sí; sabía de tu afección a las espadas