8.9.08

PUZLE

Los adeptos a las descomposiciones tenemos vocación de mártires. Esta es la (única) conclusión emergente del ajetreo intelectual al que me autosometí anoche. Una repelente redundancia subvencionando la ya grandiosa barahúnda que me caracteriza.
Voy a coincidir con el lector: así planteada la cosa es extenuante para cualquier mortal.
Lo mío son manías analíticas con ansiedades sintéticas. El cóctel de la locura, atractivo y recomendable si fuese lúdico o terapéutico, y no lo es de ese modo (engañarme no sirve).
Quizás todo esté mostrando una falla experiencial o -sin ponernos trágicos- cierta incompetencia para vivir. Algo parecido a lo que se dice por aquí.
Tampoco voy a asumir yo solita este diagnóstico de esquizofrenia. Se trata del error más imbécil de la cultura occidental y cristiana, señalado por Nietzsche ahí y acá.
Yo fui a dar con la filosofía por obra y gracia de los místicos. Y eso es realmente curioso. Hablo de la mística como vivencia, de las historias de santos y balbuceos poéticos como éste:

En todo lugar
aparece la estación nueva,
alegres están los pajarillos
y el valle y la montaña florecen.
Todo lo que vive
se libra
del tormento del invierno cruel.
Y sólo yo,
sólo yo muero
(...)
Mi cruel destino
lanzó contra mí ejércitos
venidos de todas partes.
Mis caminos, antes libres,
se encuentran ahora ocupados.
Se me niega la paz,
¿no concede tregua alguna
el exceso de dolor?

Sábelo, hay más penas en el amor
que luces en el cielo estrellado.
Callaré pues el número de mis penas
y no pesaré la crueldad de mi carga.
¡No las compensa
el vano cuidado de contarlas!
Mas por débil que sea mi parte de prueba,
me estremece existir.
La vida es horror para el alma
cuando después de darlo todo
se ve arrojada a las tinieblas,
tan lejos, que parece no haber retorno,
sin nada que evite la desesperanza. [*]


Cuando nos esforzamos en entender, intuyendo -sin embargo- que no hay explicación satisfactoria, el espíritu se vuelve yermo. Y donde hay desierto la vida es excepción o heroísmo. Deber ser (conciencia), voluntad, concepto = sequía, arena, monzón.
La fórmula bien formada, la esfera perfecta, las alegorías matemáticas, la resolución del rompecabezas: ¿quién no fue subyugado alguna vez por esas patrañas?
Y si pensar es inexorable, se me ocurre que tendré que apostar a otra teorética.
Una contemplación táctil.
Palabras como dedos,
rozar con imágenes.
Dialéctica del olfato,
interrogativas aromáticas.
La lógica del silencio.
Los sabores del desvelamiento,
argumentación gestual.
La estocada más sádica del lenguaje es la posibilidad que nos ofrece de "fijar" lo que por naturaleza es móvil, huidizo, volátil. Una vez que la trampa activa su mecanismo, sobre el escenario queda sólo pérdida (reiterada ad infinitum).
La recuperación, la representación, la restauración son igualmente imposibles: he ahí la raíz de cualquier mal, la médula de nuestra fragilidad.
Pero mi (cada) pena es singular, intransferible, exclusiva...

[*] Hadewijch de Amberes, s. XIII. Resaltado mío.

5 comentarios:

Alyxandria Faderland dijo...

Mientras leia tu material por otra via, veo que no hemos nacido para quedarnos mucho tiempo calladas. Y que esto ultimo es peor que gritar, patalear, arañar o lo que fuere la forma de expresarnos..

GISOFANIA dijo...

Querida amiga, es tan bueno saber que estás ahí, hechizada de silencios o abrumada por el lenguaje...
Es lo que hay, lo que somos.

german dijo...

mientras otros que no sabemos cómo ni dónde, deseamos no descomunicarnos del todo y seguir, pendiente de este hilito...

GISOFANIA dijo...

Del hilo hay que agarrarse y remontar lo más lejos que nos lleve el deseo, G. Porque lo que importa es el cielo y cielo sobra (porque no nos pertenece, pero está ahí gratis y extendido como el límite para quienes ansiamos los encuentros)

No te caigas que yo también.

Diego dijo...

Te diría que c'est la vie, pero no me gustan las frases hechas.