18.10.08

Νους

En cierta ocasión (han pasado ya unos años) alguien me dijo que el mío era un intelecto hiperlibidinizado y que tal desequilibrio le parecía maravilloso.
Confieso descaradamente que la estimación me causó, al mismo tiempo, risa y vanidad.
{Me acordé de la anécdota al mediodía, mientras leía esta preciosidad}
Lo cierto es que ese estilo intelectual no me ha sido muy útil (y hasta fue obstaculizante) para relacionarme con fluidez en la cotidianeidad.
Pero sí me resultaría fructífero si hubiera decidido dedicarme a la magia. La magia tal como la entendían y practicaban los medievales y renacentistas.
Es así: clara y distintamente, mi alma tiene carácter neoplatónico.
En las plantas, las raíces se tienen de la tierra por su espesor, y las hojas del agua por su jugo, las flores del aire por su sutileza, las semillas del fuego por su espíritu generativo. Asimismo, existen los calientes, fríos, húmedos y secos que toman sus nombres de las cualidades de los Elementos. Entre los animales existen aquellos en los que domina la tierra, y que se sustentan en las entrañas de la tierra, como los gusanos, los topos y muchos animales que se arrastran ; asimismo, están los formados de agua, como los peces; otros en los que domina el aire y que no pueden vivir fuera de éste; otros en que domina el fuego, como las salamandras y las cigarras; y otros que tienen calor de fuego, como las palomas, los avestruces, los leones, y aquellos a los que el Sabio llama bestias que soplan un vapor de fuego. Además, entre los animales los huesos tienen debida relación con la tierra, la carne con el aire, el espíritu vital con el fuego, y los humores con el agua, los que también se hallan en los Elementos; la cólera es como el fuego, la sangre como el aire, la pituita como el agua, la bilis negra como la tierra. En fin, en el Alma, siguiendo la opinión de Agustín, el entendimiento es como el fuego, la razón como el aire, la imaginación como el agua, y los sentidos como la tierra. Este mismo orden se halla en los Sentidos, pues el sentido de la vista participa del fuego; en efecto, no realiza sus operaciones sino por el fuego y la luz; el oído participa del aire, ya que el sonido no es sino el golpe del aire; en cuanto al olfato y al gusto, se relacionan con el agua, sin cuya humedad no hay sabor ni olor. En fin, el tacto es totalmente terrestre y se relaciona con los cuerpos más densos. Esta analogía se halla incluso en las Operaciones del hombre, pues el movimiento tardo y sólido se relaciona con la tierra; el miedo y la lentitud con la pereza tienen relación con el agua; el humor alegre y amable, con el aire; y un natural impetuoso y colérico se parecen al fuego.
Los Elementos tienen, por tanto, el primer rango en todos los seres; están en toda composición y en las propiedades, y les comunican sus virtudes.
Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim,
De occulta philosophia libri tres, 1531
Libro I Capítulo VII (fragmento)
GORAN BREGOVIC "Lamour"
Karmen with a Happy Ending, 2007

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